La forma en la que reaccionan los seres humanos ante la destrucción de sus planetas internos es variante al depender de millones de factores. Pero a la vez todos se pueden resumir en uno, resultado de lo que ha sido su vida: Su personalidad.
Después de saber encajar la dura arremetida, para sobrevivir a la inminente extinción de todo signo de vida interior, se debe repoblar el mundo comenzando con lo más básico. Un nuevo mar y animales que le den sentido. Es decisión propia de cada persona elegir si rellenar el mar de vacíos y simples pececitos, de energéticas pero violentas pirañas o de inteligentes y bellos delfines.
Rellenar el mar de pececitos es muy fácil porque apenas pesan y en poco tiempo puedes tener un simple pero perfecto ecosistema funcionando. Las pirañas exigen algo más de tiempo pero la recompensa que se obtiene es un océano con muchísima vida y ciertamente con ganas de vivir. Si bien no podrás vivir en tranquilidad, puesto que a pesar de que las pirañas te quieren, combatirán por arrancarte el cuello cada vez que tengan ocasión. Por último, los delfines llenaran tu mar de sentimientos interior de una espectacular belleza y grandeza, pero por desgracia, son realmente pesados y se necesita de gran voluntad y una espectacular fuerza para arrastrarlos al mar.
Por último, se requiere de un abono o alimento para que los animales crezcan fuertes y den estabilidad al mar. El mejor nutriente que se les puede ofrecer es la paz. Y como dicho mar existe solo en tu interior, dicha sensación debe proceder del sentimiento de paz te da saber que siempre te has esforzado para que el anterior mundo fuera el mejor de los posibles y de asimilar que no se podía haber hecho nada por prever la llegada del meteorito y detener su colisión.
Con la correcta elección de animales, rápidamente tu mar interior colmará a cada vena de tu corazón y a la red de neuronas de tu cuerpo de una cantidad de felicidad jamás sentida. Con total seguridad, gracias a tu anterior experiencia con el devastado planeta, concebirás un mundo mucho más completo, resistente y bello que el anterior.
A fin de cuentas, el caudal de la felicidad nace en el interior de cada persona y aunque los impactos externos puedan revolver sus aguas, si uno se mantiene versando agua cristalina y pura sobre la montaña, no existe ninguna amenaza posible que pueda impedir que seas feliz en cada día de tu vida. Ni siquiera en el peor de ellos.
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Totalmente de acuerdo Alejo, y el párrafo final, superior...
ResponderEliminarUn abrazo! :)
Gracias Sofya :)
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