Duele ver como las personas usan el amor para conseguir felicidad e ilusión y lo repudian cuando en malos periodos de una relación las cosas no son tan perfectas como debieran. Duele ver como el amor se convierte en un instrumento más al servicio de las personas para usarlo a su conveniencia según unas circunstancias concretas. Duele ver que la cualidad más profunda y natural del amor sea profanada en el 99% de las ocasiones. El amar y sacrificarte incondicionalmente por hacer feliz a tu supuestamente pareja de vida.
Ciertamente el enamoramiento tiene un significante componente aleatorio y no siempre es fácil tomar una buena decisión sobre a quién amar o a quien no. Los enamoramientos existen y es difícil de controlarlos y gestionarlos cuando te toca. Pero lo indudable y objetivamente cierto es que cuando no eres capaz de elegir conscientemente a tu pareja, tampoco lo eres para sostener una relación en malos periodos donde no sea tu corazón quien te incite desde dentro a hacerlo, y tenga que ser la cabeza quien en un gesto de sacrificio y gratitud al otro, deba ejercitarse.
Todo lo anterior nos conduce inexorablemente a la situación de matrimonios y divorcios en la cual el ser humano está sumido. Además, en un gran y perverso gesto de talla mundial, es aceptado por todas las sociedades avanzadas como algo perteneciente al alma del ser humano. Y la gente se queda tan tranquila pensando que sus malas vidas amorosas y personales se deban “al alma humana” y no a sus continuas malas decisiones.
Pues lo siento pero no. La vida en las sociedades avanzadas y sin mucho peligro de pobreza, suele ser bastante placentera y segura. Y es cuando tenemos que esforzarnos en ser un poquito más que simples animales, cuando realmente se ve lo que internamente somos y de que pasta estamos hechos cada uno de nosotros.
No se trata de aguantar una relación que ya no te aporte nada. No se trata de mantener una relación solo por la gran dependencia sentimental. Se trata de que en caso de haber valido la pena conocer y amar a esa persona, se luche en la medida de lo posible por hacer de un amor cualquiera, un verdadero amor. Porque el amor no nace o aparece como en los enamoramientos, el amor se construye con sacrificio y pretensión de hacer sentir al otro, que vale la pena vivir. Y no al contrario.
No se trata de aguantar una relación que ya no te aporte nada. No se trata de mantener una relación solo por la gran dependencia sentimental. Se trata de que en caso de haber valido la pena conocer y amar a esa persona, se luche en la medida de lo posible por hacer de un amor cualquiera, un verdadero amor. Porque el amor no nace o aparece como en los enamoramientos, el amor se construye con sacrificio y pretensión de hacer sentir al otro, que vale la pena vivir. Y no al contrario.
Así es Alejo, sin embargo, no se entiende el amor de ese modo, no se sabe qué implica realmente porque tampoco sabemos mucho acerca de nosotros mismos, el contagio colectivo y el auto-engaño nos llevan constantemente a la confusión... Y duele, claro que duele...
ResponderEliminarUn abrazo.
Agradezco siempre muchísimo tus comentarios. Siempre perfectos.
EliminarMe ha gustado mucho lo del contagio colectivo, creo que tiene mucho que ver que solo veamos a nuestro alrededor historias que han acabado mal. Esto a menudo, asusta a la gente a no entregarse completamente a otra persona.
Por esa misma razón siempre que me enamoro (que son pocas), intento ser un ejemplo junto con mi pareja para hacer ver a los demás que el amor existe y si se es lo minimamente inteligente, bueno y valiente, se puede ver que ese amor del que nos hablaron de pequeño en la tele; el verdadero amor, existe.
¡Un abrazo!
Así sí :)
EliminarAbrazo!