Curiosamente el pasado viernes por la mañana me operaron ambos ojos. Lo hicieron con láser en una operación que tardó 5 minutos de reloj. Esa misma noche ya estaba con mis nuevos ojos echando unos dardos con un amigo mientras bebíamos un par de gin-tonics ¿y sabéis? Le gané, siendo él un muy buen jugador de dardos. Mis nuevos ojos ya estaban al 100%.
Estoy en pleno cambio de etapa en mi vida. Sé con certeza que mi mejor baza para sobrevivir es evolucionar constantemente para poder afrontar los siguientes desafíos con entereza, cierta seguridad e ilusión. He comenzado la entrada diciendo curiosamente porque últimamente dedico bastante tiempo a pensar en la idea de querer ver la vida con nuevos ojos. Creo haber exprimido casi todo el jugo al mundo con mi anterior manera de verla. Necesito nuevos puntos de vista.
No busco ver con nuevos ojos solamente el presente y el futuro, sino también el pasado. Intuyo que para conseguirlo es un requisito imprescindible desaprender. Las experiencias vividas hasta ahora las tenemos demasiado presentes en nuestras vidas por las cicatrices sentimentales que nos han dejado en el corazón. No olvidemos que de forma natural, cada recuerdo que guardamos está ligado a ciertas emociones y que por tanto, si no hacemos un esfuerzo activo por deshacernos de esta característica humana, solo seremos capaces de ver “el video” de nuestros recuerdos con los ojos de entonces.
Mi intención es percibir todos los actos de mi vida, no pintados con los sentimientos positivos o negativos que dejaron imprenta en mí, sino con mis ojos nuevos. Para esto deben ser unos ojos dispuestos a ver más allá de lo inmediato y físico, y poder atravesar las dimensiones del tiempo o espacio para poder escanear con los ojos de ahora, el alma machacada de las personas de entonces. El pasado no debe ser un baúl de recuerdos encerrados en pesadísimos cofres que debemos llevar a rastras, sino una biblioteca digital de la cual poder aprender a ser mejor persona y comprender mejor al ser humano.
Veo también necesario desaprender mi concepción de futuro. Al igual que nuestras personalidades no tienen que ser simples consecuencias sentimentales de nuestro pasado, nuestro potencial futuro no tiene que ser la razón única de nuestros actos. Mis nuevos ojos deberían ver la realidad como un flujo de almas navegando en el flujo del tiempo. Ver cada día de mi vida como un día único. Únicamente te cruzaras con una persona en un momento dado una vez en la vida. Si tú quedas con Paco hoy y quedas con Paco la semana próxima. Habrán sido dos momentos únicos en tu vida, suena raro, ¿verdad? La vida siempre va adelante y nuestro yo físico así lo acusa. Pero no nos olvidemos que nosotros, como almas conscientes, vivimos en un eterno presente. Un presente siempre irrepetible.
Pero sin duda alguna, lo más importante debería ser desaprender mi presente cada vez que me acuesto. Mis ojos nuevos deberían ser capaces de comprender el sin sentido de una estricta linealidad en la vida. Cada cosa que sucede en la vida no es consecuencia de lo que hice ayer. Ayer pude conocer a una persona de Berlín y mañana me puedo ir a vivir a Berlín con ella pero a pesar de que el sentido común diga lo contrario, no existe correlación entre ambas. Yo un día elegí conocer a una persona y otro día elegí ir a Berlín. Cada día comienza una nueva vida y tomamos miles de decisiones que normalmente obviamos en son de una vida cómoda. Preferimos elegir que cada día sea igual que el anterior infinitamente. Así todo es más fácil. Pero de quererlo, en un solo día podemos cambiar nuestra vida y la de quienes queremos. Cada día, cada hora que vivimos, tiene un enorme potencial constructor.
Quiero desaprender conceptos modernos que la sociedad ha puesto en boga como empatía, tolerancia, respeto, ciudadanía, etc. Implícitamente implican que existen diferencias entre seres humanos. Diferencias que se tienen que ocultar o minimizar para poder convivir y sobrevivir juntos en la jungla. No quiero volver a ver de manera tan física el universo. Reconozco que mi última frase suena infantil pero sabéis, últimamente solo soy capaz de ver sufrimiento en las personas y me estoy refiriendo mayoritariamente a personas jóvenes. Os aseguro que esto se hace muy difícil de sobrellevar. Obviamente el sufrimiento psicológico ha nacido de las miles de conexiones de células de nuestro cuerpo como resultado de una estrategia sublime de la evolución para sobrevivir pero pese a quien le pese, a día de hoy lo ha trascendido. El ser humano ha dejado de ser un ser puramente físico para convertirse en un ser que experimenta la vida de forma psicológica.
El objetivo de desaprender es poder hablar de tú a tú con las almas de todas las personas del planeta. Mis nuevos ojos deben ser capaces de traspasar la piel de las personas, de leer cada estudiado gesto que realizan y de percibir sus problemas coyunturales y estructurales. Deben ser capaces de desnudar a las personas en un segundo, hacer desaparecer de nuestra interacción toda mentira consciente o inconsciente sobre las que hemos madurado nuestra personalidad y desenmascarar los disfraces que nos ponemos para sentirnos seguros en el mundo. Todos somos la misma mierda, metida en la misma mierda de mundo, que hemos crecido comiendo mierda todos los días y que finalmente, nos hemos convertido en pura mierda. Y aun así, tras cada desafío o etapa que hayamos encarado, sin importar si hemos fracasado o tenido éxito, debemos intentar salir adelante con el corazón más grande y con más amor que nunca.
Quiero disfrutar con cada persona que hablo sin importar quién es o que ha hecho hasta entonces. Quiero pasear por mi ciudad cada día y ver siempre nuevos detalles. Quiero convertirme en la mejor persona posible para sentirme bien conmigo mismo y tener la suficiente fuerza como para perdonarme cada uno de mis errores. Quiero ser la prueba viviente de que se puede ser bueno respetándose a uno mismo y a sus creencias sin vivir una vida triste y aburrida. Quiero ser la prueba de que se pueden superar los obstáculos de la vida sin amargarse. Quiero poder hacer sentir a los demás felices en mi compañía y hacerles recapacitar con mis hechos y no con mis palabras; sobre lo maravillosa, inocente y moral que puede ser la vida. Quiero querer al prójimo como a mí mismo, no por conveniencia social o religión, sino por solicitud de mi corazón.
Quiero seguir siendo un buen amigo, un buen novio, un buen hijo y un buen hermano. Quiero ser una buena persona. Y para conseguirlo, necesito unos nuevos ojos con los que ver la vida.
Me alegro de que la operación haya sido un éxito, indudable es con la lectura de tu entrada...Nuestra mirada es importante, el "cómo" miramos lo que nos rodea, lo que acontece, con quién nos relacionamos, es el secreto del aprendizaje y desde luego, también creo que para aprender de verdad de la buena, tenemos que desaprender muchas cosas, muchas... Disfruta de esa nueva visión y aprovecha el ímpetu que se vislumbra a través de tus palabras en el post.
ResponderEliminarAbrazo grande Alejo :)