El hecho de que los humanos reflexionemos sobre la realidad no es cuestión de azar. Muchas, y me atrevería a afirmar que en alguna parte de sus vidas todas las personas, han experimentado la sensación de que se nos escapa algo. De que debe haber algo que dé sentido a todo esto o que directamente estemos siendo engañados, ya sea por un ente exterior o por nuestra propia mente, y sea por ello que no consigamos quitarnos de encima esta melancolía existencial o nostalgia que nos abarca en ocasiones.
"Te explicaré por qué estás aquí. Estás porque sabes algo. Aunque lo que sabes no lo puedes explicar. Pero lo percibes. Ha sido así durante toda tu vida. Algo no funciona en el mundo. No sabes lo que es, pero ahí está como una astilla clavada en tu mente y te está enloqueciendo. Esa sensación te ha traído hasta mí ¿Sabes de lo que estoy hablando?" - Morfeo.
La frase que da título a la entrada, es producto de Jean Baudrillard, filósofo postmoderno francés que alcanzó popularidad debido a que los Hermanos Wachowski la introdujeron en su película The Matrix. Baudrillard fue ferozmente criticado debido al lenguaje poco intuitivo y catalogado como de seducción que utilizó en la mayoría de sus libros, ya que aun siendo imposible de intuir por dónde van los tiros, sumía al lector en una atmósfera envolvente y misteriosa.
Desde el primer momento captas sino el sentido, la fuerza que tiene la frase, ¿Pero qué significa?
"El simulacro no es lo que oculta la verdad. Es la verdad la que oculta que no hay verdad. El simulacro es verdadero" - Jean Baudrillard.
En su teoría sobre la precesión de los simulacros utiliza como principal ejemplo un cuento de Borges sobre un mapa, es decir, una representación, tan detallada que se corresponde exactamente con el territorio. Con base en esta historia, señala que en la era postmoderna el territorio ha dejado de existir y que sólo ha quedado el mapa, que es imposible distinguir los conceptos mismos de mapa y territorio, dado que no solo se ha borrado la diferencia que solía existir entre ellos, sino que ahora es el mapa quien precede al territorio. Los medios de comunicación no describen fielmente lo que sucede, sino que lo describen parcialmente y es esa verdad/mentira parcial lo que asimilamos como verdad y con lo que nuestra mente construye la realidad. De igual manera, ya no concebimos las tiendas como un lugar donde hacer comercio, de ahora en adelante serán entidades que tienen vida propia, con las que nos une una relación de amistad y nos proporcionan cualquier sentimiento que pudiera provocarnos cualquier persona.
Los simulacros son, entonces, aquellos elementos que, según la metáfora de Borges, hacen emerger un mapa (modelo virtual) por encima del territorio real. Ese mapa (o modelo virtual), construido por la sucesión de simulacros, llega a suplantar a la realidad, dando lugar a la hiperrealidad. Según esto, y dado que la realidad se extingue bajo las brumas del modelo virtual, ya sólo quedan los simulacros: de aquí en adelante, los simulacros precederán a cualquier acontecimiento, o, más exactamente, a cualquier suceso que ocurra en la hiperrealidad. De acuerdo con sus tesis, Estados Unidos ha construido para sí un mundo que es más «real» que Real, cuyos habitantes viven obsesionados con la perfección, evitar el paso del tiempo y la objetivización del ser. Aún más, la autenticidad ha sido reemplazada por la copia, por un mundo simulado e hiperreal dominado por las pantallas. Nada es real, y los involucrados en esta ilusión son incapaces de notarlo.
Esto es el simulacro, el mapa, lo virtual:
Y esto es el territorio, la verdadera superficie, lo real, lo que se esconde debajo de lo virtual, áspero y sin raíz, el desierto de lo real:
En mi opinión, lo único plenamente real es lo que nos afecta a nuestro yo más interior, a nuestro yo más verdadero. Y lo demás, debe ser tenido en cuenta solo como medios para conseguir esa última paz interior, y quien no lo hace así, esta construyéndose una fantasía visual y artificial, de la que es muy difícil deshacerse y el conocimiento referido a todo está fantasía, desciende en términos de importancia hasta convertirse en conocimiento vacío. Por ejemplo, el saber de qué está hecho un edificio o las fórmulas matemáticas que lo sustentan no nos van a ayudar a ser más felices a menos que estemos planeando derrumbar un edificio a puñetazos, y todavía menos importante es por ejemplo que la capa exterior de nuestra a piel, llamada epidermis, contenga aceites naturales que normalmente repelen el agua. No nos afecta.
Sin embargo, real como la vida misma es la sensación de paz interior que solo quien hace lo necesario para obtenerla la encuentra, y conocimiento autentico es, que para ello, es vital saber controlar las emociones inferiores que diariamente nos invaden. Por lo tanto, a pesar de que lo que inmediatamente recoge nuestra mente es la burbuja que componen las demás personas: lo que piensen, lo que hagan, lo que sientan, lo que son, tanto si vives en el Tibet o en Nueva York, si eres capaz de desembarazarte de lo artificial, puedes gozar del saber que vives en una realidad verdadera, pues la realidad la creas tú, en sentido literal. Tu mente es la que debe dar forma a todo este aparente caos que recogemos mediante los sentidos y sentimos en nuestro corazón.
Y me remito a un ejemplo. Muchas veces en un ejercicio de observación activa, mientras caminas por la calle, acabas llegando al pensamiento lógico de que las personas caminan de un lugar a otro como zombis vivientes. Se levantan, se acicalan, se marchan de casa, si se encuentran a alguien por la calle le sonríen falsamente, intercambian sin sentidas palabras y siguen su curso, como hormigas pertenecientes a un hormiguero. Independientemente de en qué tipo de sociedad vivas, si notas que las personas se mueven sin sentimiento, sin razón, inconscientemente, sientes verdaderamente que esas personas (esa sociedad) no tiene valor alguno, carecen de magia. Si vives en una sociedad donde las emociones ya no existen, donde las sociedad ya no evoca en ti emoción alguna, de alguna manera dejas de existir junto con la sociedad. Las personas somos emociones. Llorar, reír, sufrir, alegrarse. ¡Hemos de ser capaces de emocionarnos!
El hecho de vivir en una sociedad imperada por las marcas comerciales, no debería ser malo de por sí, pero lo acaba siendo si todas las personas acaban creyendo ciegamente en ellas. Las personas modernas critican la felicidad que la fe en las religiones provee a los creyentes y ellos, los sabios del presente, se creen más listos por obtener “felicidad” cuando se compran unos levis, cuando se compran un móvil de 700 euros que ni siquiera saben usar o cuando su equipo de futbol gana. Si te encuentras sumergido en una sociedad así, de nuevo te absorbe y no es difícil darse cuenta de que estas viviendo sin vivir.
La política, la economía y el estado de derecho donde vivimos tampoco ayudan a desembarazarnos de esta sensación de burbuja que nos absorbe. Sí, siempre han existido reyes, señores feudales o jefes de tribu a los que rendir cuentas, una economía en la que te ves inevitablemente envuelto y unas leyes dictadas por el estadio moral en el que se encuentre la sociedad. Pero nunca tanto como ahora, en el que literalmente ya no elegimos nada, votamos a los políticos por sus promesas electorales que ni se molestan en intentar cumplirlas, las leyes son erigidas por un grupo muy selecto de personas, y la economía está más lejos de nosotros que nunca. Todo esto no hace sino hacer crecer la burbuja.
Acabando. Lo más curioso de toda esta burbuja, es que es totalmente imaginaria. Es una fantasía comunitaria, con lo que basta querer dejar de imaginarla y esforzarse en ello para verlo todo tal y como es. La cuestión es ¿Conviene dejar de imaginarla? ¿Conviene realmente darse cuenta de que las ropas que nos hacen tan felices, las hacen niños esclavo en otros lugares del mundo? ¿Conviene darse cuenta de que todos los seres humanos somos iguales y que tenemos la obligación moral de intentar mejorar este mundo?
La razón por la que debemos cultivar nuestra mente y un pensamiento propio es porque ella es la que crea nuestra realidad y la razón por la que conviene que esa realidad sea "la adecuada para el ser humano", es porque en caso contrario, nuestro corazón no se estará alimentando de la savia de nuestra madre naturaleza, principal razón por la que existimos, sino de residuos generados por la postmodernidad.
Muy buen artículo, gracias por hacer pensar...en lo real
ResponderEliminarGracias a ti por hacer el gran esfuerzo de leer el articulo. En esta era moderna en la que vivimos, ¡leer mas de dos párrafos sin cerrar la pagina es un acto heroico".
ResponderEliminarDe verdad, gracias.
bien, la virtualidad y lo efímero es nuestro pan, pero quienes creemos traer un poco de consciencia allí estamos para iluminar.
ResponderEliminargracias Alejo!
Gracias a ti por el comentario Claudia.
ResponderEliminar¡Te leeré!
Que bien te expresas! Sos profesor o algo por el estilo? Tu manera de pensar realmente cautiva :)
ResponderEliminarHola! Muchísimas gracias por el mensaje.
EliminarNo soy profesor, ni siquiera una persona de letras, ¡soy de ciencias!
Pero me apasiona la vida y todo lo que tiene que ver con vivir una vida buena y ser felices. Me obsesiona la felicidad. Tocarla, Averiguar como obtenerla.
¡Un saludo amig@!
Un post impresionante,lastima que 90%de la "gente no le importe..
ResponderEliminarTienes razón. Aunque de todas formas, en realidad, lo importante es que nos importe a nosotros ;).
EliminarUn saludo y muchas gracias por el comentario.