Hoy te voy a contar un cuento sobre un pueblo de aborígenes llamado Koori donde con frecuencia anual acontecían milagros entre sus gentes. Se situaban en el sur de la actual Australia y eran cazadores recolectores. Su manera de vida autárquica influyó hondo en sus espíritus y su cultura, y vivían en perfecta comunión con los dioses y la naturaleza. Todo era de una belleza inimaginable.
Los días 17 y 18 de Julio celebraban dos días de fiesta ininterrumpida donde entre ritos y costumbres, eran los trovadores los que tomaban especial relevancia. Con las notas musicales que producían sus didgeridoo, la fuerza sobrenatural de sus voces y sus versos totalmente improvisados y carentes de un significado concreto; el poblado adquiría tonos de fuerte contraste y hacían sentirse al pueblo en total comunión con la vida.
Pero no todo el mundo estaba sumergido en la hipnótica celebración. Una serie de indígenas comenzaban el día 17 el viaje de sus vidas. Una peregrinación mágica a la vez que absurda. A los peregrinos se les ponía una venda alrededor de los ojos que les anulaba casi totalmente el sentido de la vista y con la que solamente conseguían discernir si había claridad u oscuridad. A las doce de la noche del día 17 los salvajes salían de sus casas con la venda puesta y debían de deambular hasta medianoche del día siguiente sin quitarse la venda. Introduciéndose sin ellos saberlo en bosques, mares y laberintos invisibles.
Perdóname por no ser un gran narrador. Todavía no te he explicado el sentido del sinsentido de este cuento. La cultura libre de este pueblo indígena se basaba no en enseñar conocimientos y hábitos a los jóvenes, sino en dejar que sean ellos mismos los que comprendan el mundo que les rodea y den sentido a sus vidas. Y como resultado de esta comprensión del universo, cada aborigen al cumplir 29 años sale el 17 de julio en busca de su particular Dios. En la Australia de entonces vivían cantidad de dioses y cada persona elegía a cual quería dedicar su vida.
Parte 2: Pemulwuy
Pemulwuy llevaba ya unas horas peregrinando a ciegas y en este momento se encontraba entre ortigas, muy comunes en aquella tierra. Confiaba en sí mismo y durante su vida ha aprendido a convivir con sus emociones, a quienes respetaba y temía profundamente por la importancia que tenían en su vida. Aquel viaje para él era realmente significativo pues tomaría una decisión que cambiaría su vida.
Una vez la noche se adueñó de aquella tierra salvaje, Pemulwuy supo que era momento de quitarse la venda. Se sorprendió por la inesperada falta de luz absoluta y pegó un alarido. No se podía creer que en ningún momento de la caminata con la venda puesta hubiera sentido miedo y que era ahora, cuando por fin podía ver lo que le rodeaba; cuando se sintió realmente en pánico. El eco del alarido resonó durante 10 segundos. Y dándose cuenta que se encontraba en un túnel o pasaje dentro de la montaña miró instintivamente hacia atrás.
Efectivamente podía ver un resquicio de luz de la luna en la entrada del túnel y supo que acababa de entrar en él. Sintió que una sensación de confort le recorría todas las venas y arterias de su cuerpo y se tranquilizó. Nunca ha tenido miedo a la oscuridad, más bien le atemorizaban las criaturas incorpóreas que allí se escondían y que poco después empezaron a reírse de él a carcajada limpia. Instintivamente se acurrucó en el suelo y se puso las manos en los oídos.
Solo deseaba que se callaran esas voces y le dejaran vivir en paz. Que le dejaran elegir lo que hacer con su vida. Recordaba que desde su niñez había dejado pasar muchas oportunidades por terror hacia sus consecuencias y que el paso del tiempo lo ha ido convirtiendo en un ser un poco arisco y apagado, y sin embargo, seguía siendo la misma persona con su particular carácter idealista y soñador. No se podía imaginar que en su pleno día de peregrinación, donde todas las personas desde el principio de los tiempos salen transformados en seres adultos, el fuera a salir más niño que nunca.
Parte 3: Truganini
Era 18 de julio y Truganini esperaba paciente la llegada de Pemulwuy. Se conocían desde pequeños pero habían comenzado a hablar con mucha más frecuencia en los últimos dos años. Se sentían al unísono y aunque los más allegados no lo aceptaban totalmente, ella sabía que a pesar de todas las dificultades a las que sus circunstancias les sometían, estaban hechos el uno para el otro. Y estaba dispuesta a esperar a que él estuviera preparado.
Como si de un trato con el diablo se tratara, los trovadores no habían parado ni un solo momento de tocar ni el poblado de bailar. Y a esa hora, no eran ya los aborígenes los que se movían en torno a las hogueras, sino era el mundo que giraba en torno a ellos y esa sensación no solo no disminuía, sino que se acrecentaba. Cada vez que un peregrino retornaba de su viaje espiritual, algún milagro sucedía.
Al primero le cayeron del cielo un millón de monedas, ante el cual tuvo que abrir un paraguas para protegerse. Al segundo le esperaba una canoa y un billete para embarcarse en el barco de Cristóbal Colón para América. El tercero recibió el perdón de su antiguo mejor amigo por haberle robado un juego de la Play Station y se fundieron en un fuerte abrazo que iluminó el cielo intensamente mientras duraron abrazados. Y así, los dioses fueron otorgando a quienes les habían dedicado su peregrinación y su vida, lo que deseaban en esta isla mágica atrapada en el tiempo.
Finalmente llegó Pemulwuy, llorando a no poder más y con dificultad para respirar. Estaba tan emocionado por volverla a ver que apenas podía caminar. Su rostro bañado en lágrimas de pura felicidad y sufrimiento buscó sentidamente los labios de Truganini y la besó por años o incluso décadas, y nunca jamás se volvieron a separar.
Parte 4: Sofía
…
Se hizo un silencio en la habitación de la pequeña Sofía, que contaba con solo 5 años.
- Papaaaaa, ¡no me has contado que ha pasado dentro del túnel! ¿Mató Pemul… lo que sea a esos monstruos?
El padre respiró hondo y respondió con gentileza a Sofía.
- No hija mía. Pemulwuy había convivido con esos monstruos durante gran parte de su vida. Son miedos que ha ido adquiriendo a lo largo de su vida debido a sus fracasos. En el peregrinaje hacia la princesa Truganini, mientras caminó con el corazón no sufrió mal alguno, pero cuando se quitó la venda y dio renda suelta a su parte más racional, esta le traicionó haciéndole recordar de nuevo las grandes posibilidades existentes de que la princesa lo rechazase.
- ¿Y mató a los monstruos con una espada?
- Hay monstruos que no se pueden matar cosita mía. Incluso los ancianos están repletos de miedos e inseguridades. Y han de convivir con ello para siempre. Pemulwuy entendió que quien elige vivir sin bloquear sus emociones, y él siempre había sido un romántico empedernido, puede llegar a ser mucho más feliz. Pero solamente a costa del mismo nivel de sufrimiento. Pemulwuy entendió que debía de olvidarse de la seguridad que le daba volver por donde había entrado al túnel, e introducirse totalmente en la oscuridad. En la oscuridad donde nadie sabe qué hacer, donde nadie sabe cómo acabará todo, donde no se sabe si uno está haciendo lo correcto… Debía sufrir y caminar pacientemente con el corazón como guía. Solo después, uno es capaz de ver la luz como jamás antes la había visto.
- Papa, ¡Basta ya! no entiendo nada de lo que dices.
- Y yo me sigo sin entender a mí mismo. ¡Ah! Recuerda que mañana es un día muy especial. ¡13 de Octubre! Recuerda que tu madre también eligió el camino del amor y como relata el cuento, ella también ha sufrido. En este caso somos nosotros quienes tenemos que recompensarla durante toda nuestra vida.
PD: Esta entrada está dedicada a Federica Arini. Que por dos años me ha demostrado que es la persona más humana del mundo. Este eterno homenaje permanecerá inalterable a través de los tiempos en internet.
¡Qué entrada Alejo!...Bella y mágica desde luego...Viajes, y un túnel ¡como para no transportarse!, que hermosas las culturas de los aborígenes australianos,¿verdad?...
ResponderEliminarAbrazo grande! :)
Gracias Sofya :). Se trata de un lugar atrapado en el tiempo precisamente porque es una historia que sucede y sucederá a los seres humanos hasta el final de los tiempos.
ResponderEliminar¡Un abrazo!
que historia meravillosa!
ResponderEliminarGracias a Dios, la vida es todo lo maravillosa que nosotros queramos que sea. Lo cual no quiere decir que sea siempre agradable.
ResponderEliminarMe ha hecho mucha ilusión el comentario :).