Esta entrada es la continuación de “Alerta roja: Parte I de II”.
Si algo me caracteriza es el intentar permanentemente hacer coincidir mi manera de pensar con mi manera de actuar pues, ¿De qué sirve la filosofía, tanto la que se adquiere mediante la lectura de autores clásicos, como la que se extrae utilizando el propio intelecto o corazón; si no es para lograr vivir de una manera mejor? La práctica de la filosofía es vital para el que osa llamarse libre pensador. No obstante, no es un camino de rosas. Yo mismo he de admitir que a veces me asusto cuando observo objetivamente a donde me dirijo, ya que siento que cada vez me alejo más del mundo terrenal. No tengo pensamientos que me liguen a una patria, cultura, civilización, especie, ideales o personas.
Pero esto no ocurrió de la noche a la mañana. Fue en la adolescencia, cuando progresivamente se me hizo más fácil socializarme con las demás personas; hasta llegar a un punto donde podía llegar a conseguir en determinadas situaciones que los demás se sacrificaran por mí y que me alabasen por cosas que realmente no soy. Entonces me miraba al espejo y creía ver a una persona que tenía éxito en la vida, me sobrevaloré y creí entender los beneficios que tiene el socializarse. Nada más lejos de la realidad, ya que bajo la apariencia de que tenía más poder y autonomía, se escondía la derrota existencial que supone el necesitar moverme en el mundo siempre con la mirada fija en el otro.
Por suerte o desgracia, tras algún desencuentro con la pareja o grupo de amigos, uno se da cuenta de que inconscientemente le ha dado al “caer bien a todo el mundo” más importancia de la que tiene. Se da cuenta de que quizás no merece la pena el situar su yo por debajo de el del grupo, que su misión debe ser intentar tirar de él y no dejarse llevar por la cultura de este. Tras meditar se comprende que el error ha estado en querer buscarse a uno mismo por medio de los demás, pues que los demás le adoren o le odien poco tiene que ver con lo que realmente es o deja de ser.
Me gustaría aclarar antes de seguir que en ningún momento me estoy refiriendo a que lo adecuado sea ser asocial o antisocial; simplemente creo que hay que saber distinguir la delgada línea entre la verdadera y sana vida social de la dañina para el alma. La buena se logra entendiendo que no se tiene por qué tener 500 amigos para ser feliz, sino que con unos cuantos menos basta si llenan nuestra vida de emociones y felicidad. La mala vida social se caracteriza por que nos incita a sentimientos negativos como la envidia y tristeza. Esto ocurre debido a que al relacionarnos con la sola intención de hacer crecer nuestra influencia en la sociedad, al ver que otras personas tienen más cosas o son mejores que nosotros (que siempre las hay y habrá), nos entristecemos.
Requisito principal para tener una sana vida social es primero comprender que tanto quererse a uno mismo como amar a los demás, van de la mano. No se puede hacer una cosa sin hacer la otra. Una vez que esto se entiende, se emprende un viaje a lo más hondo de uno mismo, que dura toda la vida y que le hace reflexionar sobre qué es lo que cada uno quiere para tu vida en todos sus ámbitos. Pues una vez que se rechaza actuar constantemente mirando de reojo a los demás, se abre un mundo sin limitación alguna, dentro del cual es sencillo sentirse perdido.
Yo digo no a tener 500 amigos y no llevarnos verdaderamente bien con ninguno. Yo digo no a menospreciar nuestra importancia en la vida, creyendo que en lo que piensen los demás de nosotros, está la clave para ser feliz. Yo digo no a la creencia de que lo correcto es hacer lo que la cultura nos dicta al oído. No es fácil decir no a lo que el resto del planeta dice sí; nos hace sentir diferente y da canguelo, pero con el tiempo, sentimos como ese mar salvaje en el que no zambullimos cuando tratamos de manejarnos en la sociedad, se amansa sobremanera, nos sentimos en paz con nosotros mismos y en justa comunión con los de nuestro alrededor y naturaleza del ser humano.
Todo lo anterior es el resultado de una filosofía de vida que pensamiento tras pensamiento, y experiencia tras experiencia se ha ido formando en mí ser. Y es que nuestros actos son nietos de nuestros ideales e hijas de nuestros pensamientos. Por ello, lo que realmente nos lleva a actuar de una u otra manera es la opinión que cada uno tiene sobre la felicidad humana.
En mi humilde opinión, lo que nos hace felices no es algo que elijamos, sino algo que en mayor o menor medida nos viene dado. Y nos viene dado porque primeramente, somos naturaleza pura y dura por mucho que nos joda; no elegimos ni nacer, ni morir, ni nada de nada. Y segundamente porque esa naturaleza nos tiene algo reservado, que varía de animal a animal. Una serpiente no tiene las mismas inquietudes que una vaca, y una vaca no tiene las mismas inquietudes que un ser humano. Entre una vaca y un ser humano hay muchísimas similitudes y algunas diferencias, pero precisamente son estas últimas las que más importancia tienen, ya que en ellas se puede fugazmente vislumbrar lo que la naturaleza ha deparado que natural e innatamente sea el ser humano, y por tanto, lo que nos vaya a hacer felices.
Quienes con muy buenos argumentos creen que quienes pensamos que actualmente nos falta felicidad, lo hacemos por nostalgia a un idealizado pasado que nunca sucedió; les digo que no estoy de acuerdo. Ellos dicen que ahora tenemos más salud, que por lo tanto vivimos más, que tenemos muchos más medios a nuestra disposición, que nos podemos mover libremente por el mundo sin problema, que las comunicaciones han hecho posible mantener relaciones a distancia y que por la suma de todo lo anterior, vivimos mejor que antes y sanseacabó. Pero siguen sin tener en cuenta lo más importante, lo que nos hace humanos, lo que naturalmente nos hace feliz.
Antes claro que vivían mucho menos y de peor manera, pero vivían respetando su naturaleza y por tanto, así mismos; y al cumplir su razón de ser, se sentían llenos por dentro. Pero ocurrió que un día las preguntas existenciales empezaron a invadir las mentes de los seres humanos, y el número de ellas no hacía sino incrementarse sin parar. Desde ese momento, todo cambió. Y es que, ¿Por qué diablos (mal)vivimos esta vida? Si tenemos en cuenta que esta necesidad tan angustiosa de resolver preguntas cogió fuerza hace 2000 años, puedo afirmar que en el pasado vivían mejor porque no llevaban consigo este vacío que tanto nos pesa a los seres humanos, esta necesidad innata de respuestas, que nos hace terriblemente desdichados y que ninguno de los grandes avances con los que contamos ahora, nos ha ayudado a llenar.
Como resumen: Debemos de respetar nuestra humanidad para ser felices. Esta humanidad implica sociabilidad y sí, actualmente supuestamente somos más sociales que nunca, pero esta sociabilidad moderna deja de lado temas cruciales para nuestra felicidad, como el dar y recibir sincero amor y profunda amistad; y por el contrario, ensalza la ansia por sentirnos superiores a los demás. Y hasta que no entendamos que llevamos en los genes la necesidad de experimentar emociones positivas, y que esto se logra siendo éticos y viviendo acorde con lo que pensamos; creeremos que el mundo es una mierda y aun peor, que solamente vivir es ya una condena, al estar eternamente atados a esa sensación de que hay algo maravilloso que se nos escapa.
¿Antes respetábamos nuestra naturaleza y ahora no? ¿Cuál es nuestra naturaleza? Nos distinguimos como especie por poseer pulgares oponibles y un tele encéfalo altamente desarrollado que nos permite almacenar ideas, procesarlas y relacionarlas.
ResponderEliminar¿No puede ser que fruto de estas características, la búsqueda de estas respuestas sea nuestra naturaleza y por tanto nuestro modo de alcanzar esa felicidad?
En mi opinión la felicidad no es algo genético que alcancemos como especie, si no algo subjetivo a cada individuo y que por tanto cada uno satisface de una manera diferente. Efectivamente nunca hemos tenidos tantos medios para relacionarnos, comunicarnos, movernos... lo que en resumen nos ha permitido CONOCER mejor el mundo y tener más opciones de elección para encontrar esa felicidad.
Por tanto nunca hemos tenido tantas oportunidades para vivier mejor, ya que podemos coger lo mejor de nuestra época y lo mejor de épocas pasadas
¡Juan! Me alegro mucho de que participes en el blog. El poder contestarte ayuda a describir con mas precisión mi manera de pensar.
ResponderEliminarDesde el punto de vista que voy a exponer en este párrafo, si pienso que el tener esa capacidad para almacenar ideas, procesarlas y relacionarlas tiene mucho que ver a la hora de encontrar una felicidad humana; puesto que todos vemos el mundo bajo el prisma de nuestras creencias y estas creencias no siempre son las adecuadas para la vida del ser humano.
Respecto al tema de la felicidad creo que estamos hablando de dos capas diferentes de la realidad humana. Yo hablo de la capa a nivel mas bajo, mas profundo, mas espiritual. Creo que todo ser humano necesita de las mismas emociones y sentimientos: como de la paz interior que solo te da el actuar conforme a tus ideas y no a tus impulsos meramente animales; como de la alegría existencial que te da el que tu y tus amigos os queráis como hermanos; como de la sensación de vida que te da el no vivir de memoria, el buscar o que al menos que te encuentren experiencias que te hagan dejar de sentir que eres un esclavo mas en esta sociedad... Es cierto que se puede argumentar en contra de esto sin mucho problema simplemente diciendo que lo que acabo de decir no es universal, pero hablo teniendo en cuenta las experiencias personales que he tenido en mi vida, y a mí por el momento me encaja con mucho de lo que he visto. En el momento en el que sienta que no entiendo a la sociedad, me propondré meditar hasta volver a encontrar mejores respuestas.
En mi opinión tu hablas de otra capa a mayor nivel, un poco mas despegada del "alma". En la que cada uno se molda su vida a su gusto dependiendo de su manera de ser. Quien sea hiperactivo preferirá deportes de mucho movimiento, quien disfrute de la estrategia preferirá el ajedrez y quien no tenga mucho instinto de supervivencia, disfrutará de escalar montañas y tirarse en paracaídas desde la estratosfera. Pero todo esto, de nada vale si te sientes mal contigo mismo o te sientes solo en la vida porque no tienes a nadie en quien confiar y echarte unas risas. Quien haya sido educado solamente para estudiar, estudiará; pero solo con esto obviamente no vale para ser feliz aunque saque todo dieces.
Respecto a lo de conocer el mundo he llegado a la conclusión de que en la felicidad nada tiene que ver. El conocimiento no da felicidad, ¿o te sientes mas feliz por saber contestar al trivial quien fue Felipe II? El único conocimiento que da felicidad es el de uno mismo y para esto, todo el progreso que hemos conseguido no importa en absoluto.
Sé que volverás a contestar pero la respuesta que te de no va a ser larga. Nos conozco y se que podemos estar discutiendo (en el buen sentido de la palabra) semanas y lo mas importante, que no nos va a llevar a ninguna parte.
¡Un saludo y muchas gracias por comentar!
Supongo que la mirada del otro se convierte en uno de nuestros mayores enemigos, pues con esta mirada nos alejamos de la nuestra propia y de nuestra autodeterminación... Supongo también que esta es una de las luchas que nos acompañan durante el tiempo que dura nuestra existencia, sin embargo creo firmemente que es posible ganarle esta lucha a la apariencia y así vivir siendo nosotros mismos, con nuestro propio sentir y con nuestro propio proceder.
ResponderEliminarUn abrazo Alejo
Hace meses que no ni me paso por aquí ni escrito 4 lineas coherentemente, espero poder hacerlo ahora. En general me ha gustado estas 2 entradas menos los 3 últimos de esta entrada. Estoy con Juan :¿Antes respetábamos nuestra naturaleza y ahora no? ¿Cuál es nuestra naturaleza? Como bien sabes soy de los defensores de que cada vez se vive mejor y un mayor numero de personas. ¿Cuando es esa época que dices? Hace 2000 años enserio? Y lo esclavos? Muertes prematuras por cualquier tontería etc No creo que halla una época que halla vivido mejor ni más "feliz" que nosotros ni tanta gente a la vez. Los filósofos griegos igual vivían muy bien y felices pero a costa de esclavos. Y como cogieran un resfriado morían.
ResponderEliminarNos vemos