Voy a ser claro y directo. Tú no solo no eres absolutamente nadie para (pre)juzgar a alguien, sino que además, no tienes idea alguna de las circunstancias que le rodean. A él le puede costar aprobar las asignaturas porque sus padres lo inflaban a ostias de chiquitín y por tanto, nunca tuvo las condiciones óptimas para su correcto desarrollo. A ella le puede gustar vestir de manera excesivamente informal porque su familia literalmente no tiene donde caerse muerta y busca romper con lo preestablecido.
De igual manera, tú no debes expandir rumores (o verdades) sobre malas decisiones que otros han podido tomar, porque realmente no tienes absolutamente idea de los por qués de esas acciones. No tienes ni idea de lo que la vida le ha podido deparar, de lo que actualmente le puede estar sucediendo, de los condicionantes que le han llevado a tomar esa decisión, de las tragedias que le han podido ocurrir, o en resumen y nuevamente, de sus circunstancias.
Si por mí fuera, quien gratuita, oculta y voluntariamente hace daño a otra persona con lo que habla, merece arder en el infierno. Porque señores y señoras, es verdad que aquí nadie sabe muy bien de qué va esto, como afrontar esta realidad que se nos ha dado pero hay que ser muy estúpido para perder un solo minuto dedicando o difundiendo malas palabras sobre alguien. No solo por la increíble falta de moralidad en la que puedes estar incumbiendo, sino también por la nula, o incluso a largo plazo, negativa aportación de utilidad que dicha acción te suministra.
Muy cierto, y eso es lo peor.
ResponderEliminarPasa mucho, y nos pasa a todos, como víctimas y como productores, socialmente estamos como condicionados a hablar o a especualar acerca de la vida de los demás. Y por tanto, muchas veces sin querer, terminamos haciendo daño. Otro cantar es la gente que lo hace consciente del daño, porque esa sí que merece un buen castigo
El hombre social, todo un depredador!!! un saludín buena entrada. Acabamos de volver de vacaciones, si quieres pásate a visitarnos!!!