Siguiendo la línea de la anterior entrada (tendencias), aunque por el bien del posible lector, más corta; me dispongo a seguir describiendo no como recibo la información, sino como la interpreto y por tanto, la juzgo.
Antes de comenzar decir que creo que la simpleza y la lógica pura es de lo que está impregnada la vida y que por tanto, pienso que es necesario describirla en sus mismos términos. Ya lo dice la frase: Las personas inteligentes son capaces de simplificar lo complejo; los tontos, en cambio, suelen complicar lo simple.
La suerte ha cargado desde siempre con la responsabilidad última de nuestras acciones. Sin embargo, en el otro extremo se sitúan quienes afirman que solo son nuestros actos los que determinan nuestro futuro, que cada acción conlleva una reacción y punto pelota. ¿Hay alguno con más razón que el otro? ¿Parece que sí, verdad? Ni no estudias lo suficiente, no apruebas el examen ¿Qué tiene que ver la suerte ahí?.
La clave es la probabilidad y la posibilidad que tenemos de cambiar las probabilidades de que ocurra prácticamente cualquier cosa. De aprobar un examen, de llegar a los 90 años, de que un amigo tuyo llegue a la cima como deportista profesional, de que algún día el planeta deje de sobrecalentarse, de que se convierta en moda juvenil llevar medias de futbol… Y de hecho, cambiamos las probabilidades de que ocurra una u otra cosa cada día, cada hora, prácticamente cada minuto con cada cosa que hacemos o dejamos de hacer. Así que parece que estamos de suerte ya que el noble arte de vivir activamente hace nuestro, el destino del universo.
Pero aunque suene bien, esto no es del todo cierto. Si bien podemos incrementar o reducir las probabilidades de que pase cualquier cosa, no tenemos ni la más remota posibilidad de asegurar que algo vaya a cumplirse con un 100% de probabilidades, por mucho que lo intentemos. Y es en ese interesante tablero donde, desde el momento en que salimos por el útero de nuestra madre, empezamos la partida.
A este hecho se le une la circunstancia de que no somos el único ser vivo con poder para poder manipular el futuro puesto que existen otros 7000 millones de personas. ¿A dónde quiero llegar? En nuestras vidas ya hay demasiada tragedia como para añadirle más leña al fuego. En mi opinión, y de nuevo siguiendo la línea de la anterior entrada, no hay que preocuparse en el suceso, en el hecho, en el resultado, pues solo son sombras de la realidad, una realidad además que está compuesta de múltiples realidades que se entremezclan.
En mi opinión, no debemos juzgar la vida por lo que es, sino también por lo que pudo haber sido y por lo que puede llegar a ser. No hemos de martirizarnos por hechos puntuales debido a dos razones: la primera es que pueden haber resultado ser injustos. Realmente se ha podido tener mala suerte, si bien es cierto que el factor mala suerte se hace menos poderoso cuantas más probabilidades hemos conseguido para lograr algo.
La segunda razón es que el futuro todavía está en nuestras manos. Cuanto más lo trabajemos, más posibilidades habrán de tener éxito en nuestros objetivos. De manera que cuanto más estudiamos para el examen, más probabilidades tendremos de aprobar, sin poder nunca afirmar que “con todo lo que he estudiado seguro que apruebo”, pues en el resultado que al final se dé, están implicados también otros entes que intervienen en el resultado. Por ejemplo, el profesor y la materia que decida preguntar en el examen o lo mal que haya podido dormir el alumno precisamente esa noche.
Y sin embargo, aun envueltos en esta gran maraña de personas, sucesos y probabilidades, se puede afirmar con rotundidad que la vida es justa. A corto plazo es posible la aparición de la mala suerte pero a medio/largo plazo, siempre se acaba equilibrando.
Si tiramos una moneda 10 veces, puede suceder que salgan ocho caras y dos cruces, por lo que ha salido solo un 20% de cruces. Esto traducido a mi mundo probabilístico, sería algo así como aquel corredor que tras prepararse duramente para una carrera consiguió obtener un 80% de probabilidades de tener éxito. Finalmente al arrojar el destino los dados, sucede que no gana la carrera debido a una inoportuna torcedura de tobillo.
No obstante, si tiramos la moneda 1000 veces, saldrán 552 caras y 448 cruces, esto es, casi un 50% para cada grupo, lo cual explica que el mundo de las probabilidades sea justo y que no se pueda culpar a la mala o buena suerte de la situación presente, ya que a lo largo de la vida, la buena y mala suerte se compensa por completo, desterrando al componente suerte a la insignificancia.
Este me gusta más que el de tendencias, por si no lo has visto, " si en un bar hay 20 personas, la probabilidad de que 2 cumplan el mismo día es más del 50%" sorprendente que no? aquí te dejo http://www.redesparalaciencia.com/7252/redes/redes-125-descifrar-las-probabilidades-e-la-vida
ResponderEliminar