Todo se vuelve negro desesperanza, el sudor me acorrala en un callejón sin salida. El frio, causa y a la vez síntoma de mi estado mental, se apodera de mi cuerpo incapacitando mi reacción y la angustia reinante en mi corazón me paraliza lentamente el cuerpo. Copenhague me posee.
Nada se puede ya hacer para desterrar al terror, nuevo señor feudal de mi espíritu, quien tras haberse escondido eficazmente en lo más profundo de mi alma en el pasado, vuelve con la sola intención de pedirme una vez más su tributo.
La sirenita, será de nuevo esta noche mi pareja de baile y mi propia mente, mi amante de cama.
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