Las artes son realidades de difícil descripción, algo que desde antaño no ha ayudado a su entendimiento. Sin embargo, ante la artificialidad que impregna todo cuanto conocemos, tiene más de real que la vida . Nuestras historias suceden en un mundo artificial en el que todavía no se sabe a ciencia cierta, si forma parte esencial de la evolución humana o simplemente responde a los intereses de unos pocos accionistas en el sistema. En el afán del ser humano occidental de sentirnos poderosos, desterramos a los dioses existentes al infierno y nos colocamos en su trono, limitándonos desde ese momento a vivir nuestra vida excluyendo de ella todo lo que no nos gustase o conviniese, llegando incluso a vender nuestra alma a cambio de ropa fabricada por niños esclavizados. La muerte fue vilmente desterrada de nuestros miedos ancestrales. Ya no se la teme, o al menos hemos decidido no tenerla en cuenta. Fumamos, bebemos y malcomemos en un sucio intento de desprestigiarla. Sin embargo, como aqu