Siglo CXX. El conflicto no tiene tregua. Cientos de personas decentes mueren diariamente víctimas de una guerra perversa. El ejército enemigo lo forman máquinas biológicas exteriormente iguales a los seres humanos con la diferencia de que no necesitan el corazón para seguir existiendo. Su estrategia de batalla es finalizar a sus víctimas arrancándoles el corazón del pecho para dárselo de comer a los miles de perros vagabundos que habitan en este apocalíptico mundo. El adversario de esta forma se asegura de que si un ser humano muerto se vuelve a alzar, lo haga convertido en uno de ellos. Por esta razón, en el mundo actual muchas personas al fracasar deciden quitarse la vida, sabedoras que prefieren no vivir a existir como una criatura sin sentimientos. Las huestes enemigas arrinconan a los supervivientes en “Utopía”, también apodada “Ciudad de Dios”, último bastión humano en pie. La batalla sigue llevándose consigo almas que en otra situación contextual podrían haber vi